Crónica
Bibloágora,
un sueño hecho biblioteca
Un día, a comienzos de 2017, mientras iba caminando por el parque, unas vecinas estaban hablando sobre la caseta que queda justo al lado del salón comunal del barrio:
-Teresa, ¿no le parece que esa casa es muy fea y hace que el parque se vea como inseguro?
-Ay, Vicky… qué pesar, ¿no se acuerda cuando la construyeron? Esa iba a ser la Casa de la Cultura de Barlovento.
-¿En serio? Yo no me acuerdo, de pronto no había llegado todavía al barrio.
-Sí, mija. La embarrada es que eso nunca ha funcionado como debe ser. Hasta razón tienen los señores que quieren que ahí quede el nuevo CAI del Perdomo.
-Pues yo sí prefiero que pongan el CAI, con eso nos quitan todos esos gamines que se la pasan ahí…
¿Se imaginan quitar una casa de la cultura para poner un CAI? Pues bueno, eso era lo que querían algunos habitantes de Barlovento. Y les voy a contar cómo fue que ese espacio volvió a la vida y se convirtió en Bibloágora, la biblioteca comunitaria de mi barrio. Yo soy Miguel, el primer amigo de la biblioteca.
El inicio
Para esos primeros días de 2017, las opiniones del barrio estaban divididas. Mientras unos vecinos le ofrecían a la Policía el espacio de la Casa de la Cultura para que construyeran el CAI del Perdomo, había otros que querían darle una nueva oportunidad, querían darle vida a una biblioteca comunitaria.
Y las discusiones no fueron pocas, pero para fortuna de nosotros, los niños y toda la comunidad, Bibloágora llegó para que tuviéramos un lugar dónde aprender, jugar y hacer amigos.
Además, la Casa de la Cultura es un lugar importante para Barlovento, era el lugar donde se vendía el cocinol, el combustible que usaban para cocinar, antes de que tuviéramos gas natural.
Cuando la comunidad decidió que la caseta fea del parque iba a ser una biblioteca comunitaria, el grupo de Bibloágora comenzó a trabajar en la recuperación del espacio, de la mano de la Junta de Acción Comunal del barrio y, al cabo de unas semanas, la caseta ya no era fea e insegura, se veía agradable, le dio un nuevo aire al entorno.
A la par, Nelson y Nadya, directores de la biblioteca, empezaron a recoger libros. Ubicaron urnas en algunos lugares cercanos para que quienes quisieran donar libros, lo hicieran y, a través de sus redes sociales, le contaron a sus amigos y conocidos sobre la idea de dotar una biblioteca comunitaria. Tuvieron tanta acogida que, hasta hoy, han recibido más de seis mil libros, películas y hasta juegos didácticos y de mesa.
Fueron más de cuatro meses de trabajo y yo, como niño curioso que soy, siempre me acercaba a preguntar qué estaban haciendo. Me dejaban entrar y mirar, pero la verdad, no entendía muy bien. Me generaba mucho interés ver a tantas personas pintando, mirando libros, limpiando, organizando. No lo había visto antes en el barrio.
El 10 de junio de 2017, a eso de las 10:00 a.m., Nelson y Nadya hicieron la presentación de Bibloágora a toda la comunidad del barrio. Nos explicaron porqué es importante tener una biblioteca cerca a la casa y que sea de todos, cuáles iban a ser los servicios y horarios de atención. Cuando abrieron las puertas, los niños corrimos a sentarnos en las mesas y a coger los juegos de mesa; los adultos recorrieron el espacio, muchos no podían creer que la caseta fea y sucia, se viera así, iluminada, limpia y al servicio de todos.
Las primeras actividades fueron talleres de lectura y de arte, además de asesorías en tareas. Para asegurar que la biblioteca pudiera estar abierta, el equipo de Bibloágora logró un convenio con el Programa de Comunicación Social de la Universidad Cooperativa de Colombia, para que sus estudiantes hicieran sus prácticas profesionales con nosotros.
Gracias a esto, pudimos conocer a María Alejandra, María Camila, Liliana, Cristian, Ingrid y a Yennifer, quienes nos han acompañado en el día a día de la biblioteca.
También conocimos a Laura y a Silvia, también estudiantes de la Universidad Cooperativa, pero ellas vinieron como voluntarias. Con Laura, aprendimos sobre reciclaje, cuidado del medio ambiente y algo de fotografía y, tuvimos nuestra primera salida como biblioteca; fuimos al Humedal Santa María del Lago. Durante la visita hicimos muchas fotografías de los animales, las plantas y escuchamos atentos cada relato sobre el Humedal. Con Silvia, hicimos unos proyectos de animación a través de dibujos: “flipbooks” y “cutouts” que contaban historias que habíamos escrito.
Desde siempre hemos recibido mucho apoyo, especialmente de la Biblioteca Pública Soledad Lamprea, la que queda en el Perdomo y de su coordinador, Arnulfo Ariza, quien nos ha enseñado sobre el cuidado de los libros y cómo organizarlos para que los podamos usar más fácil.
Hemos hecho muchas actividades geniales, pero una de las más importantes fue la conmemoración de los 70 años del ‘Bogotazo’. Durante abril de 2018, nuestra biblioteca se volvió casi un museo. Tuvimos una galería fotográfica, proyección de videos y de discursos de Jorge Eliécer Gaitán. Todos los días estaba llena, llegaron personas de otros barrios y hasta otras localidades a visitarnos. Los colegios del sector programaron visitas a Bibloágora para conocer un poco más sobre este hecho histórico.
No paramos de crecer
Cada vez más niños se interesaban en las actividades que ofrecía Bibloágora. La actividad que más gente ha acercado a nuestra biblioteca es el CineClub; los viernes cada quince días, el espacio se convierte en una sala de cine. Se oscurecen las ventanas y disfrutamos de diferentes películas, acompañadas de palomitas y los amigos. Ha sido tal el éxito del CineClub que hoy, varios años después, a veces, lo organizamos nosotros, eso sí, ponemos películas de terror y así, logramos que más gente llegue a las funciones.
Y como nos gustaba tanto el CineClub, además de estar interesados en los creadores de contenido de internet, pues Nelson y Nadya se dieron cuenta que había un camino diferente para que nosotros nos interesáramos en la lectura y la escritura, así que crearon el Semillero Audiovisual.
Con el Semillero hemos aprendido un montón. Ya sabemos cómo hacer fotos bonitas, aplicando conceptos casi profesionales, aprendimos a hacer entrevistas y a manejar los equipos de video; sabemos escribir guiones para videos y para podcast, pero también cómo contar historias con imágenes y nuestra voz. Es un espacio genial y tan chévere que, sin falta, todos los sábados estoy muy temprano.
Además de aprender y ponerlo en práctica en nuestro entorno, gracias al Semillero Audiovisual, Bibloágora hizo un convenio de apoyo con el Sistema de Bibliotecas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Gracias a él, hemos podido visitar sus instalaciones: el Museo del Mar, los estudios de radio y televisión y fue muy divertido porque nos dejaron usarlos; también el equipo de bibliotecólogos ha capacitado a nuestros directores y siempre están dispuestos a recibirnos con los brazos abiertos.
Como grupo, el Semillero visitó Canal 1 y Transmicable. Laura Agudelo nos hizo un recorrido por Canal 1, nos explicó cómo se hace la televisión y nos invitó a ser parte del público de un programa que se hace en vivo. De verdad, no podía contar la cantidad de personas que trabajan en un solo programa. En Transmicable, aprendimos cómo funciona el sistema de transporte en Bogotá y conocimos otros lugares de Ciudad Bolívar, nuestra localidad. Ambas fueron salidas increíbles.
Ustedes dirán que insisto mucho con el Semillero Audiovisual, pero es que ese grupo con sus actividades han sido la plataforma para que Bibloágora siga creciendo.
Con nuestro trabajo en el Semillero, hemos sido ganadores de algunas becas de la Secretaría de Cultura. En 2019, se nos ocurrió L.E.O al aire, un proyecto en el queríamos contar a través de una serie de video, fotografías y podcast, diferentes lugares de nuestra localidad. En 2021, participamos con el Laboratorio de Creación Artística Bibloágora, un espacio para crear desde nuestras experiencias sobre la paz y la convivencia, y con La Vertical: I Festival de Corto Juvenil de la Montaña, un festival donde nosotros, podíamos contar por medio de un video hecho con celular y en formato vertical, cómo vivimos la paz y la cultura ciudadana en nuestra localidad.
Y aquí estoy yo, primer amigo de Bibloágora, miembro del Semillero Audiovisual y ganador de La Vertical, feliz de contarles nuestra historia, orgulloso de ser parte de ella e invitándolos a soñar, porque somos un sueño que se hizo realidad.